El discurso retórico también utiliza recursos literarios, como la metáfora, los juegos con la musicalidad o la rareza de algunas palabras, las adjetivaciones inusuales, las expresiones con doble sentido y los juegos con el significado de las palabras a través de las variaciones en el tono. Además, hay que considerar la situación desde la cual se argumenta y la presencia en ella de una variedad de receptores que podrán interpretarla de modos diversos. Ninguna argumentación se presenta en un diálogo abstracto, separado de toda situación, salvo si se la piensa como un artificio teórico o como el objeto de un análisis puramente lógico.
La
argumentación siempre supone un proceso de comunicación cuyas
características varían según las cualidades de las personas y
según la situación que la configura. De este modo, el carácter del
destinatario puede incidir sobre la elección de los argumentos o
sobre el modo de argumentar del emisor. El uso de la retórica en la
argumentación no es censurable en sí mismo, ya que la verdad o la
corrección de una afirmación o un juicio necesariamente deben
contar con una fuerza de persuasión que no poseen por sí mismos. Lo
verdadero, lo justo o cualquier posición razonable requiere algunas
veces, debido a personas y situaciones peculiares, del uso de
argumentos lógicamente débiles pero retóricamente útiles para
conferir un cauce propicio al conflicto expresado en el plano verbal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario