martes, 30 de abril de 2013

Leer y escribir en un mundo cambiante. EMILIA FERREIRO


!,,,Hoy día no se sabe muy bien cómo clasificar a los países. Antes había
"desarrollados" y "subdesarrollados", pero esta última calificación pareció
peyorativa y fue reemplazada por un eufemismo: "países en vías de desarrollo".
Pero ¿cuántas décadas puede un país estar "en vías de desarrollo sin acabar
de desarrollarse?". De hecho, muchos de los países que antes parecían estar
"en vías de desarrollo" parecen hoy día condenados a estar "en vías de
subdesarrollo". Hubo una época en que los países se catalogaron en dos
regiones: "Primer mundo" y "Tercer mundo", con un supuesto "Segundo mundo"
que nadie asumió como designación adecuada para sí mismo. Y ahora hemos
regresado a las coordenadas pseudo-geográficas: los ejes "Este" y "Oeste"
desaparecieron, mientras que "Norte" y "Sur" tienen renovada vigencia (lo que
obliga a innegables dificultades propiamente geográficas, tales como ubicar
a Australia en el Norte y a México en el Sur). Yo hablaré de "periferia" para
referirme a este Sur, que también existe... Total, que no sabemos cómo
clasificar a los países, pero sí sabemos qué es la pobreza. Sabemos -y es inútil
que lo ocultemos, porque el World Bank lo sabe y lo dice- que el 80% de la
población mundial vive en zonas de pobreza. Sabemos que ese 80% conjuga
todos los indicadores de dificultad para la alfabetización: pobreza endógena y
hereditaria; baja esperanza de vida y altas tasas de mortalidad infantil;
malnutrición; multilingüismo. (Sabemos, por supuesto, que ese 80% también es
heterogéneo, ya que las desigualdades entre los países se expresan
igualmente en desigualdades internas tanto o más pronunciadas)..."


"... Esos niños (todos los niños) no necesitan ser motivados para aprender. Aprender es su oficio.
Small children learn, they learn all the time. Todos los objetos (materiales y/o
conceptuales) a los cuales los adultos dan importancia, son objeto de
atención por parte de los niños. Si perciben que las letras son importantes para
los adultos (sin importar por qué y para qué son importantes) van a tratar de
apropiarse de ellas. Todas las encuestas coinciden en un hecho muy simple: si
el niño ha estado en contacto con lectores antes de entrar a la escuela,
aprenderá más fácilmente a escribir y leer que aquellos niños que no han
tenido contacto con lectores. ¿En qué consiste ese "saber" pre-escolar?
Básicamente, en una primera inmersión en la "cultura letrada": haber
escuchado leer en voz alta, haber visto escribir; haber tenido la oportunidad
de producir marcas intencionales; haber participado en actos sociales donde
leer y escribir tiene sentido; haber podido plantear preguntas y obtener algún
tipo de respuesta. La relación entre las marcas gráficas y el lenguaje es, en sus
inicios, una relación mágica que pone en juego una tríada: un intérprete, un
niño y un conjunto de marcas. El intérprete (que, en sentido estricto habría
que llamar "interpretante" por razones imposibles de desarrollar aquí) informa al
niño, al efectuar ese acto aparentemente banal que llamamos "un acto de
lectura", que esas marcas tienen poderes especiales: con sólo mirarlas se
produce lenguaje. ¿Qué hay en esas marcas para que el ojo incite a la boca
a producir lenguaje? Ciertamente, un lenguaje peculiar, bien diferente de la
comunicación cara a cara. El que lee no mira al otro, su destinatario, sino a la
página. El que lee parece hablar para otro allí presente, pero lo que dice no es
su propia palabra, sino la palabra de un "Otro" que puede desdoblarse en
muchos "Otros", salidos de no se sabe dónde, escondidos también detrás de
las marcas. El lector es, de hecho, un actor: presta su voz para que el texto se
re-presente (en el sentido etimológico de "volver a presentarse"). El lector habla
pero no es él quien habla; el lector dice, pero lo dicho no es su propio decir
sino el de fantasmas que se realizan a través de su boca. La lectura es un gran
escenario donde es preciso descubrir quienes son los actores, los "metteurs en
scène" y los autores. (Sin olvidar a los traductores porque, en gran medida, la
lectura es presentación de otra lengua, semejante pero diferente de la lengua
cotidiana). Parte de la magia consiste en que el mismo texto (o sea, las mismas
palabras, en el mismo orden) vuelven a re-presentarse una y otra vez, delante
de las mismas marcas. ¿Qué hay en esas marcas que permite no solamente
explicitar lenguaje, sino provocar el mismo texto oral, una y otra vez? La
fascinación de los niños por la lectura y relectura del mismo cuento tiene que
ver con este descubrimiento fundamental: la escritura fija la lengua, la controla
de tal manera que las palabras no se dispersen, no se desvanezcan ni se
sustituyan unas a otras. Las mismas palabras, una y otra vez. Gran parte del
misterio reside en esta posibilidad de repetición, de reiteración, de representación.
Hay niños que ingresan a la lengua escrita a través de la magia
(una magia cognitivamente desafiante) y niños que entran a la lengua escrita
a través de un entrenamiento consistente en "habilidades básicas". En general,
los primeros se convierten en lectores; los otros, en iletrados o en analfabetos
funcionales. ..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario