Una vez más.
Lo paupérrimo de la tecnología es el círculo siniestro de
SIEMPRE LO MISMO. Día tras día tras día demanda cual niñe horas de tiempo de
preparación para que luego perdure y permanezca el impulso creativo. Ya no
inspiración ni nada tan retrógrado; digámoslo por qué no si lo pensamos, ¿no?;
sino la perseverancia del impulso cual ganas.
Suna Rocha, yo soy
cantor videlero – cómo enoja que el corrector de Word no
conozca nuestras palabras, a ellas justo que tanto les cuesta sobrevivir - de
mi tierra santiagueña. Para que la concreción pasara por un sinfín de
acciones
Enchufar el celular.
Buscar el cargador del celular recordando la última persona
de la casa que lo usó, y el que anda, porque el otro es una trampa.
Es el comienzo de un territorio complejo.
Buscar el parlantito.
Buscarle su correspondiente cargador. El de entrada
chiquita.
Ahora. La conectar igualdad. Su cargador. Que sea el cargador
de Nestor, porque la Conectar Igualdad de Cristina tiene un cargador diferente.
(Nadie dice que realmente, en la burbuja de mi franja
social, así pasó la pandemia).
Y ahora mi satisfacción. La de mí misme, la de mi cuerpo
(que vaya a saber uno cuánto tiempo pasó desde la última vez que lo percaté).
La pava, el fuego, el mate, la yerba, la espera. De eso no se reniega, es el
instante de hermandad más genuino y que encuentra. Provincia a provincia,
rincón a rincón, nos encuentra haciendo lo mismo a todes por igual.
Recién en ese momento me siento a escribir. Debería extender
mil anzuelos para pescar el impulso que tenía de escribir hace cuánto, ¿20
minutos?, ¿ 1 hora?, no pueden ser 2, ¿no?.
Silencio.